Masonería para Todos

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martes, 29 de enero de 2008

YO PITÁGORAS 2

SEGUNDO GRADO (COMPAÑERO)

Cuando los más adelantados me decían que un iniciado del Primer Grado estaba listo, yo lo invitaba a mi casa, y lo aceptaba solemnemente entre mis discípulos. Para el novato empezaba una época de contacto directo conmigo en el patio interior de mis habitaciones. Por esa razón yo llamaba a estos alumnos "Exotéricos" o los de afuera.

Ahora empezaba la verdadera iniciación, por medio de una correcta exposición de la doctrina oculta, desde sus principios, que se dan en la ciencia misteriosa de los números, hasta las consecuencias finales de las metas supremas del alma humana. La instrucción era, en su mayoría, velada en alegorías e ilustrada por símbolos.

He escrito mi doctrina en un libro llamado "Hieros Logos" o palabra sagrada. Espero que ese libro haya llegado hasta Uds., lectores del futuro, ya que no voy a repetir aquí todo lo que está en él. Pero quiero subrayar que mi ciencia de los números, es al ciencia de las fuerzas vivas y de las facultades divinas en acción tanto en el mundo como en el hombre.

Yo solía enseñar en el Templo de las Musas. Este patio tenía un manantial de agua fresca, y una pequeña plantación de trigo al lado.

Cada musa era custodia de una ciencia oculta o arte sagrado.

Las tres musas superiores eran Urania (Astronomía y Astrología), Polimnia (Ciencia de las almas-en-otra-vida y de las artes divinatorias) y Melpómene (Ciencia de la vida y de la muerte). En conjunto las tres constituían la cosmogonía o física celestial.

Calíope, Clío y Euterpe, presidían la Ciencia del Hombre, o Psicología, con sus artes correspondientes de Medicina, Magia y Moral.

El último grupo, Terpsícore, Erato y Talía, tenía la física terrestre - la ciencia de las piedras, las plantas y los animales. Para mí, las musas eran imágenes terrestres de las potencias divinas. Yo hacía que los iniciados me acompañaran en el sentirse un ser todavía no creado. Dios, la sustancia indivisible, tiene la unidad como número, ya que contiene la infinidad. Su nombre es padre, y su signo es el fuego vivo, que simboliza el espíritu, esencia de todo.

Yo explicaba que el mundo real, como su símbolo el huevo, es triple. De la misma manera que el hombre está hecho de tres elementos distintos, pero fusionados, (o sea el cuerpo, el alma y el espíritu), el universo está dividido en tres partes concéntricas. Estas son el mundo natural, el mundo humano y el mundo divino. El ternario universal se concentra en la unidad de Dios.

El ternario humano se concentra en la conciencia del yo y de la voluntad, que une todas las facultades del cuerpo, del alma y del espíritu. Sin embargo, el hombre ve a dios reflejado en tres espejos:

Visto por el instinto y los sentidos, dios es singular, infinito y múltiple como sus manifestaciones.
visto por el alma racional, dios es díada, o sea espíritu y materia.
Visto por el intelecto puro, dios es tríada, o sea espíritu, alma y cuerpo.

Concebido por la voluntad, que resume todo, dios es único. Esto nos lleva al monoteísmo hermético de Moisés (que aprendí de los judíos), y al hecho de que la unidad es el principio de todas las cosas.

Como todos los grandes maestros de las ciencias esotéricas, yo daba mucha importancia a los números siete y diez. Siete (o la suma de 3+4) representa la unión del hombre y de la divinidad. Es el número de todos los grandes iniciados que he conocido, y representa la ley de la evolución, o sea la actuación perfecta de todas las cosas en siete grados.

El número diez (suma de 1 + 2 + 3 + 4, y que contiene el 7), es el número perfecto, ya que representa todos los principios de la divinidad, evolucionados y reunidos en una nueva unidad. El 10 es grande, bien terminado, agente universal y principio de vida para lo divino, lo celestial y lo humano. Sin el 10 no hay cosa que esté definida, clara y distinta. Es el número base del conocimiento, y para el ignorante y desorientado, es guía y maestro. El 10 es el número más perfecto de todos, ya que comprende en sí toda diferencia numérica, toda clase de razonamiento y toda proporción.

Las 9 musas, en 3 grupos de 3, y representando 9 mundos, unidas hacen una mezcla sinfónica llamada Mnernosine, que se junta con Hestia (la Ciencia divina que es custodia del fuego primordial) para hacer la sagrada década.

El Tetractis, uno de nuestros símbolos más sagrados, se forma con diez “iod” (la letra "i" del alfabeto hebreo) o con diez puntos, ordenados en forma triangular en cuatro filas. Cuatro como base, después tres, dos y uno arriba de todo, dando un triángulo con lados de cuatro "iod" y conteniendo un "iod" más en el centro.
Es emblemático del Tetragrammaton.
El punto arriba de todo simboliza el principio activo, o el creador.
Los dos debajo de éste simbolizan el principio pasivo o materia.
Los tres son simbólicos del mundo que se da por la unión de los precedentes.
Los cuatro de la base simbolizan las cuatro principales artes liberales: aritmética, geometría, música o armonía y astronomía.

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